Este último año hemos incorporado a nuestro lenguaje palabras como “pandemia”, “distanciamiento”, “hisopado”, “tapabocas”, palabras que quedarán en los léxicos de las generaciones que nacieron y transitaron el 2020. Palabras que nos hacen tomar acciones, nos hacen reaccionar a hacer algo cuando las escuchamos o las leemos en algún lado, sabemos perfectamente la acción a tomar.
Como medio de comunicación nos vemos en la obligación de cuestionar a la población entera, a colegas y a nosotros mismos en el siguiente enunciado:
¿Sabemos qué hacer cuando escuchamos “cultura”?
Cultura es educación, es información, es libertad, paz, armonía, compartir, es vivir, es trabajo y un sinfín de verbos, enunciados y palabras que asociamos cuando escuchamos cultura, entonces, ¿porqué no reaccionamos?
Nuestra ceguera política ha llevado al desinterés cultural. Pensamos, cual partido de fútbol, que es unos contra otros. Se juzga el género, la corriente, afiliación política y se hace una valoración de si está bien que se proteja o no al artista.
El arte, la cultura, es una sola. Nos ayuda a pensar y sentir, dos premisas que están incorporadas en nuestro diario vivir y aplicadas a todos nuestros campos de acción.
Desde nuestra redacción nos preguntamos, ¿porqué negarlas?, ¿qué nos aleja?
En la historia encontraremos desde el flautista con dotes mágicos a un bufón que entretiene a la realeza, pasando por la orquesta, que, aunque el barco se hunda, sigue tocando.
El barco se está hundiendo, la humanidad en su colectivo pasa por momentos de desatención y pérdida de valores básicos para mantenernos como especie, llevando, por momentos, a su máxima expresión la supervivencia de unos contra otros.
Aunque el barco se siga hundiendo, no olvidemos, que hasta en nuestros peores momentos, el arte y sus expositores, nos mantienen con vida.
