Recorriendo alguna historia de encuentros, tuve hace mucho tiempo una reunión con lo que podría ser la oportunidad laboral que estaba esperando. Existía en la atmósfera propia mientras transitaba camino al encuentro ciertas sensaciones y/o sentimientos que me hacían ir repasando, por decirlo de alguna forma, el timing que intentaría llevar en la reunión.
Mucha experiencia en este tipo de reuniones, me daba la tranquilidad de plantarme frente a mi interpelador de una manera muy sobria y tranquila, creyendo tener todas las respuestas a sus preguntas.
Comencé la conversación luego del saludo inicial. Utilizando el método Diu De que te lleva a establecer puntos de conversación de alto perfil cuando intentas destacar tus cualidades y puntos más abstractos cuando debes hablar sobre tus debilidades.
En un momento, casi llegando al final de mi disertación, el catedrático me realiza una pregunta retórica: ¿Cuántos años vienes haciendo las cosas mal?.
Luego de un silencio absoluto, se dio por finalizado el encuentro.
Camino al estudio de grabación iba dándole vuelta al asunto en mi cabeza de cuál sería el significado de esa pregunta sin respuesta.
Como punto de partida, para no sentirme tan abrumado, saqué dentro del razonamiento que estaba haciendo los infinitos: bueno, malo, todo, nada. ¿Quién los define? Esa definición cae según lo que hemos aprendido y la connotación positiva o negativa surge únicamente de las experiencias vividas junto a lo aprendido que nos hace definir si algo es bueno o malo.
Entonces, ¿a qué se refería esta persona cuando me interpelaba?
Como logré conseguir el empleo, pude estar rodeado de su día a día. Comprendí que como primera instancia, uno debía revisar su diario vivir y cómo ejercía sus acciones. Esto logra hacernos cuestionar y entender que esa cantidad de tiempo de hacer las cosas de manera equívoca como se nos mencionó, se refiere a la repetición de una acción por el correr de los años la cuál nos llevaba hacia el mismo resultado.
Entonces, ¿nos estaban invitando a cambiar algo? No necesariamente. Como primera instancia, nos estaba invitando a pensar. Ese pienso es de definición. De definición si es de mi agrado seguir día tras día repitiendo la misma actividad, o acción o frase o palabra si siempre logro el mismo resultado. Como segunda instancia el cuestionarnos si queremos obtener o no los mismos resultados y como tercera instancia, comprender que la decisión está en nuestras manos.
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