Domingo Milesi – underground

Domingo Milesi

“La obra habla de muchas cosas pero sobre todo habla de la
comunicación más allá del amor”

Entrevista a Domingo Milesi sobre “Ayer pensé en decirte adiós” que se presenta
viernes, sábado y domingo en el Teatro Victoria.

El tiempo y las relaciones de pareja. Un binomio inquieto donde sus protagonistas se
despliegan por varios escenarios y épocas. “Ayer pensé en decirte adiós” los
representa y volvió al Teatro Victoria para seguir jugando con el amor y la
comunicación. La historia transcurre en un apartamento durante la década de los
noventa, donde una pareja reflexiona sobre su relación y usan al tiempo como una
marioneta para entender lo que sienten.

Underground entrevistó al autor, director y actor, Domingo Milesi, para conocer los entretelones de la obra. En su casa antigua con espacios luminosos y despejados, donde no se encuentran pantallas a la vista y el protagonista del ambiente es un piano, el dramaturgo cruza las piernas y se acomoda los lentes para hablar con vehemencia sobre la obra, el teatro y la importancia de escuchar al otro.

¿Cómo fue el proceso creativo y de escritura de “Ayer pensé en decirte adiós”?

El proceso arrancó en 2017 a partir de una imagen de una casa con muchas ventanas. Yo estaba haciendo una asistencia de dirección en España y fui a un recorrido gratis por Madrid. En una bajada, me acosté y me encontré con esta casa particular de muchas ventanitas. Eso fue lo que me llevó a empezar a pensar en el texto sobre todo en la imagen inicial. Es decir, una casa y una pareja. A fantasear con la idea. A partir de ahí me comuniqué con Sofía y le dije que se me había ocurrido algo. En el próximo verano la vi en Madrid. Le comenté algo al respecto. Después le mandé un mail con la idea más desarrollada, donde ya tenía unas líneas. En marzo del 2017 cuando ya estaba acá, en Montevideo, empezamos a hacer una investigación hasta fin de año. Nos reuníamos una o dos veces al mes. Nos juntábamos. Ensayabamos teatro físico.

En ese momento estaba haciendo un entrenamiento sobre teatro danza con un italiano. Nos movíamos mucho. A mí se me ocurrió que algo de eso podía estar reflejado en el laburo.

En el verano del 2018 terminé de escribir el texto. Para la escritura hubo muchos aportes como charlas en reuniones. Historias que tenía en la cabeza. Después había desarrollado muchos monólogos. En un momento, apareció cuál era la contra voz de ella. Un juego. Fui escribiendo y traduciendo eso a la acción. Después hice varias escrituras. Cuando empezamos a laburarlos era más largo. Había más personajes. Estaba la madre de él y el padre de ella que éramos nosotros mismos. Pero en un momento resultó ser demasiado complejo. En la síntesis era mucho y se empezó a recortar y, cuando empecé a peinar el texto, se fueron esos personajes. La obra hubiera sido muy distintas y un nuevo desafío.

¿Cuánto pusiste en juego de tus dos formaciones, actor y comunicador, para escribir esta obra?

En comunicación lo que me gustaba más era hacer entrevistas. Entrevistas sobre las historias de vida. Un poco lo que hacía María Esther Gilio. El formato me gusta mucho. Puedo mirar muchas entrevistas sobre diferentes temas. Me parece divertido. Al momento de escribir es un insumo que a veces uso. La entrevista con los actores y con el equipo. Algunas veces sobre el tema en sí y a veces sobre otras cosas. Incluso me sirve una vez escrito el texto para repensar algunos contenidos. Después que lo siento ajeno. No a mí sino a otra persona que lo tiene que decir. Le dejo detalles sutiles del otro. Algunas veces es cómo una persona dice todo el tiempo: “Viste que”. Entonces, eso se lo pongo a alguien que hace de hermano en la obra. Se espeja un poco o le resulta familiar en ese lenguaje. “Ah mira, este personaje dice esto”.

Una de las innovaciones que se destacan en la puesta en escena es el diálogo con el cine, ¿cuánto aporta al dinamismo de una obra el diálogo de distintas disciplinas?

Al ritmo exactamente no sé. Todo depende de cómo se haga. La gente también identifica al ritmo. La cosa vertiginosa del cine norteamericano con cambios permanentes. Algo de eso puede tener la obra pero en este caso tiene muchos tiempos. Hay un ritmo en la obra claramente. No es un frenesí. Un buen ritmo se puede encontrar sin la necesidad de conjugar otras artes.

En mi caso la necesidad de mezclar otras cosas, viene más por un camino de la creatividad de poética personal. No voy a usar un recurso para mejorar el ritmo. Lo que tiene la obra son saltos temporales. Ese es un elemento asociado al cine, pero también está en la dramaturgia. Eso creo que le aporta a la narración y al ritmo, pero el cine para mí es como un elemento estético y narrativo. No necesariamente del ritmo sino de la historia. La globalidad de lo que querés contar. Del punto de vista y de la fusión.

¿Cuáles fueron los principales desafíos para ubicarla temporalmente en los noventa sin cometer anacronismos, desde el rimo de vida de esa pareja en otra década hasta los modismos en el habla o la escenografía?

Por supuesto no hay celulares en la obra. No hay ninguna distracción. En un momento se prende la radio por accidente. Siempre la tensión está en ellos. Hay algo noventa porque está todo analógico en la comunicación. Por otro lado, el presente sucede todo en una noche. Entonces, la noche te impone un ritmo. Aunque pueda crecer ese ritmo, la noche te impone bajar sobre todo en la parte en que los personajes están en ritmos distintos. Uno, está en el ritmo de la antesala del sueño. Entre que duerme y se despierta. Y el otro está con insomnio.

El ritmo de los noventa se filtra más en algunos momentos de algunos flash backs. Aparece un momento histórico: la música, al espacio, o lo que espera cada uno en ese lugar. Estoy pensando cuando llenan el espacio. También son cosas universales y que trascienden las épocas. La diferencia está en los elementos o cierta atención que vos podés poner a ciertas cosas. La obra habla de muchas cosas pero sobre todo habla de la comunicación más allá del amor.

¿Investigaste y estuviste atento a ciertos detalles del vocabulario o la escenografía para cuidar la verosimilitud de la obra?

Investigué los aspectos de los noventa, pero también tenía recuerdos. Yo vivía en el campo donde no había televisión ni luz. Solamente había radio. Era otro mundo. El último tiempo tuve clases de computación en la escuela. Entraba a la sala de informática e ibas aprendiendo cómo se manejaba todo. Se lo miraba con desconfianza. No se sabía si eso iba a seguir o para dónde iba a ir. Lo común de esa época era lo analógico, lo artesanal. Con Sofía tenemos cierto imaginario con lo que era ese momento. Después investigué qué fue pasando: la clonación, muertes importantes y la moda. También cómo se veía afuera y cómo era acá en Uruguay.

La obra se centra en replanteos de una relación amorosa, ¿considerás que una de las mayores transformaciones sociales en estas últimas décadas es la definición de amor y pareja? ¿También le influyó los cambios en la comunicación?

No sé quién dijo que si existieran los celulares Romeo y Julieta no hubieran existido. A mí me parece que hay un diálogo excesivo de esta pareja, pero mucha gente nos dice “esto me pasa”. Hoy, en el 2019. Pero ahí hay cierto devenir en la discusión. El presente lo veo un poco más inmediato. La mínima discusión, te vas. La oralidad está más escueta, aunque depende de la pareja y del momento. También pienso que las nuevas tecnologías nos ayudan a canalizar mientras que antes se ponía en la palabra porque no había otra. Entonces, tenían la televisión que era la niñera electrónica. Siempre hubo elementos de fuga. Son momentos de abstracción que son necesarios. A mí me parece que hay algo de la comunicación profunda. Tiene que ver con el entendimiento del uno y del otro. No sé cuánto se evolucionó en la pareja de los noventa hasta ahora. La comunicación más primitiva, no sé hasta qué punto ha involucionado. Es una de las preguntas que se hace la obra. Esto de entender al otro. La otredad es algo muy fuerte todavía. Estamos en un proceso de transición en este 2020. En el mundo. En relación a lo que es el otro. Puede ser un animal o una persona.

Entonces, creo que se está viviendo de un tiempo a esta parte desde diferentes movimientos, que vienen todos como la revisión de nuestras actitudes como medio ambiente. Hay una revisión sobre una deconstrucción. Una vuelta de mirada. Está esa mirada porque hay un período fuerte donde nos hemos vinculado y nos hemos alejado. Estamos todos como hiperconectados. Y al mismo tiempo estamos todos desconectados. Entonces, hay que ver bien cómo administrás el tiempo para que lo real tenga el lugar que se merece. Los noventa permitía tomarse esos tiempos, aunque siempre había mecanismos de fuga. Son procesos naturales que tiene que ver con la comunicación. Cómo somos los seres humanos que no es tan sencillo. La importancia de estar y sobre todo de escuchar.

Ficha técnica:

Autoría y Dirección: Domingo Milesi
Elenco: Sofía Espinosa y Domingo Milesi
Diseño Escenográfico: Leandro Garzina
Diseño Lumínico: Paula Martell
Diseño Vestuario y Caracterización: Leandro Garzina, Paula Martell y MagalíLuraschi
Diseño de sonido: Gustavo Fernández
Asistencia de Dirección y Traspunte:: Patricia Canén
Prensa: Lic. Beatriz Benech
Comunity managment: Agustín Urrutia
Producción: Lucía Etcheverry